Los actos violentos también enferman

Jan 16 / Blanca Bolaño
La violencia de género, por ejemplo, la que se ejecuta por parte de las parejas contra las mujeres y la violencia contra los niños, específicamente el abuso sexual infantil, son dos de las formas más prevalentes que ocasionan graves consecuencias para la salud mental y de otro tipo con repercusión a lo largo de toda la vida. Estudios recientes como el publicado en la revista Nature Medicine el 11 de diciembre del 2023 muestran de forma contundente los efectos en la salud asociados con la exposición a violencia contra las mujeres perpetrados por la pareja íntima y el abuso sexual infantil.   Las conclusiones de este estudio resultan escalofriantes.  Después de una revisión sistemática exhaustiva en siete bases de datos electrónicas con 67,221 registros publicados, entre los resultados, indicaron una asociación moderada de la violencia de pareja con el trastorno depresivo mayor y con el aborto espontáneo con 63% y 35% respectivamente.
Entre tanto, en relación con el abuso infantil, se ha determinado como factor de riesgo para presentar alcoholismo, trastorno por consumo de drogas, bulimia nerviosa, anorexia nerviosa, trastornos de ansiedad y depresión.  Es importante destacar que los mismos autores piensan que ante este flagelo, estas estadísticas resulten insuficientes y alzan la voz para afirmar que la violencia contra las mujeres y los niños sigue siendo un área desatendida dentro de la salud mundial.   Ante esta situación que vivimos como sociedad se hace necesario reconocer que a diario se presenta este tipo de violencia, que debemos educar a nuestros niños y a nuestras mujeres para reconocer espacios no seguros o ambientes de riesgo para la presencia de un acto violento, motivarlos y crear espacios seguros para la denuncia, atención y rehabilitación a los sobrevivientes. Tener políticas claras y protocolos de manejo que orienten siempre a los profesionales para una detección precoz y evitar pérdidas humanas por estas causas.  

MAIA, comprometida en la construcción y reparación del tejido social, propone un enfoque holístico de 7 dimensiones orientado al manejo de resolución de conflictos de manera pacífica, al fortalecimiento de la familia como núcleo de la sociedad y a crear espacios seguros desde la academia para apoyar a nuestra comunidad con intervenciones generadoras de empoderamiento y creación de relaciones saludables.  


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